Las llamas

Considero lo nuestro como la casa, y todo este dolor como el incendio.

Del derrumbe intenté salvarnos, pero ya te habías marchado, sin aviso y sin advertencia. El lugar ya estaba vacío en tan poco tiempo. Quizá fue iluso de mi parte creer que esperarías por mi retorno. 

Tú y tu tonta manera de querer, yo y mi tonta manera de perdonar.

No estábamos destinados a persistir, pues incluso antes de yo alojarme, ya planeabas mudarte. Las llamas crecen y se alimentan de quién sabe qué, aquí ni escombros quedan. Pero me quedo a observar, para entender que ya no hay a dónde volver. 

Aunque duela, aunque queme.

Por Estefanía flores arévalo.

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